viernes, 28 de abril de 2017

FRUSTRANTE EXPECTATIVA

La inauguración de la temporada musical de Corpartes contempló la presentación de la Orquesta Filarmónica Checa del Norte, Teplice, dirigida por el uruguayo Roberto Montenegro junto al pianista checo Martin Kasíc, en su sede del Centro de las Artes CA660. Cabe señalar que, en sus cuatro años de funcionamiento, esta temporada se ha convertido en una de las más relevantes del país, complementando la oferta musical y factibilizando una frecuente venida de orquestas extranjeras de paso por el continente, y también con espacio a lo nacional, aunque en menor proporción… Conforme a importantes referentes de las temporadas anteriores, había buenas expectativas para esta presentación, al tratarse de una orquesta europea con más de un siglo de historia, amén de un director y solista de interesantes trayectorias, junto a un atractivo programa. Lamentablemente, lo anterior se vio frustrado ante resultados que denotaron falta de preparación y falencias propias del conjunto -inconcebible para el nivel promedio de una orquesta profesional europea-, los que se agudizaron frente al exiguo orgánico de músicos en gira para los requerimientos del programa (fuerte disminución de la cuerda estable). Con un monográfico programa Johannes Brahms (este año se conmemoran los 120 años de su muerte), abrió con las Variaciones sobre un tema de Haydn. Esta obra, reflejo de la devoción de Brahms por la forma tema-variaciones, es de fuertes exigencias interpretativas, principalmente ante la dificultad de brindar debida coherencia al continuum de sus desarrollos. La versión de Roberto Montenegro acierta parcialmente en este cometido, al no ligar del todo cada variación, perdiendo vigor interno global y proyectándose como células temáticas independientes sin mayor ilación. La mortecina respuesta de la orquesta menos contribuyó en proporcionar mayor relieve a una versión de por sí fallida, a la vez, como organismo instrumental responsable, con graves fallas en las maderas desde los primeros compases, más falencias de ensamble general, pálida proyección sonora y reiteradas desafinaciones globales. Luego, una débil versión del Primer Concierto para Piano brahmsiano. Con un impreciso desarrollo orquestal en la larga sección introductoria, amén de una completa falta de corporeidad sonora, posteriormente los pasajes solísticos a cargo de Martin Kasíc tampoco ayudaron a un mejor resultado, exhibiendo constantes descuadres con la orquesta, calidad de sonido no depurada, pasajes con notas falsas y en general un enfoque musical poco idiomático ante los desgarradores requerimientos de la obra. Mejor resultado hubo en el segundo movimiento, con calibrada delicadeza y certera digitación. Y en el tercero, velocidades que confundieron brío con ansiedad, perdiendo vigor interno. Mejoraron las cosas en la segunda parte con la Cuarta Sinfonía del genio de Hamburgo. Esta notable composición, también expresión de la devoción por la figura tema-variación, en su último movimiento plantea una forma muy rara en la música sinfónica -dentro de los cánones de la chacona o passacaglia-, con 32 repeticiones en forma de variaciones. No obstante las falencias de la orquesta, aquí felizmente el rendimiento mejoró en todo sentido, sin duda ante una mejor conexión con la batuta. De hecho, la versión firmada por Roberto Montenegro acertó en linealidad de discurso y eficaces logros en matices, fraseos y balances. Si bien arrancó con ciertas crudezas, de a poco hubo debida aclimatación en texturas, precisión de ensamble y mejor proyección de sonido, considerando la poca cuerda disponible. Además, Montenegro logró plasmar eficaces progresiones expresivas, dando cuenta de buen conocimiento de esta compleja Cuarta Sinfonía de Brahms. Buenos logros en la arrebatadora Passacaglia final, con buenas exposiciones en las líneas melódicas, voces instrumentales y claridad en los pasajes fugados. Y a manera de reflexión, la experiencia anterior obliga replantear la inversión en la venida de conjuntos extranjeros que no aseguren comprobada calidad, por cuanto más eficiente resulta promover presentaciones con las mejores orquestas locales junto a directores y solistas de comprobada excelencia, más programas convocantes que sin duda brindarían excelentes resultados, coadyuvando así a un mejor desarrollo de los cuerpos artísticos nacionales. En suma, una presentación de frustrante expectativa, que insta ponderar mejor las bondades relativas de lo local respecto a lo foráneo.

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