viernes, 28 de abril de 2017

MAESTRO RETTIG EN ESPERADO REGRESO

Después de inexplicables catorce años de ausencia, el segundo programa de abono de la Filarmónica de Santiago contempló la dirección del destacado maestro chileno Francisco Rettig. Referirse a Rettig es sinónimo de indiscutida solvencia musical y relevante figura en el panorama latinoamericano de la dirección de orquesta. En consecuencia, se trató de un esperado regreso tras una prolongada ausencia en la Filarmónica y al Municipal, a la vez un retorno a Santiago después de algunos años sin vérsele dirigir a otras orquestas capitalinas. Con un cambio de programa, éste consultó los Kindertotenlieder (“Canciones para los Niños Muertos”) de G. Mahler (dispuesto originalmente para la semana anterior) y la Sinfonía N° 4 “Romántica” de A. Bruckner, obras habituales del repertorio de este director. Los Kindertotenlieder, ausente en las orquestas de Santiago por más de una década, motivó mayor interés aún por presenciar este programa, máxime al ser conducidas por un director de los quilates de Francisco Rettig, quien exitosamente ha dirigido la mayor parte de la literatura mahleriana en diversos países. Los Kinder… , compuestos entre 1901 y 1902, y en textos del propio Mahler, se basaron en el ciclo de poesías del mismo nombre de Friedrich Rückert, quien llora en ellas la muerte de sus dos hijos…, pudiendo ser presagio del mismo sufrimiento en el compositor seis años después, tras fallecer la mayor de sus hijas… En esta oportunidad fungió de solista el destacado barítono nacional Patricio Sabaté, de buen recuerdo en presentaciones de lieder, y vocalmente poseedor del idiomático “color mahleriano”. De profesional desempeño, Sabaté logró transmitir la esencia del trágico y premonitorio texto con sentida expresividad y acabado sentido del “decir” propio del género “lied”. Empero, no estuvo exento de ciertas dificultades ante incomodidades iniciales (Va a salir el claro sol…) que afectaron algo la afinación y momentos con rugosidades en la linealidad del canto, aunque no afectando el resultado artístico global. La dirección de Rettig -de fina sensibilidad-acertó en dar relieve a una amplia exposición de las líneas melódicas, con tempi generalmente reposados más una sabia y empática administración de los acentos según los requerimientos del texto, y enmarcados de serena (o quizás, “resignada”) visión. Excelentes logros en colores y matices instrumentales, a pesar de un resultado no siempre homogéneo de la orquesta, ante puntuales faltas de ensamble de las maderas… Con una impactante versión de la Romántica de Bruckner finalizó esta segunda jornada del abono filarmónico. De ora ascético ora terrenal cometido, esta sinfonía es fiel reflejo de la estética bruckeriana, y que responde a un genuino sentido contemplativo de lo evocado por la naturaleza, aunque en función de una sentida alabanza a Dios. De elíptica construcción, Bruckner despliega macizos (y catedrálicos) trazos sonoros que sintetizan terrenalidad y trascendencia, elementos que necesariamente requieren de una debida disposición del oyente, pero ante todo de una cabal comprensión de sus intérpretes. De impactante logro, Rettig, más allá de elogiado “Bruckner Spezialist”, dictó cátedra por una rara propuesta interpretativa, trasuntando la misma música en su más íntimo “auto da fe”… Si bien hubo sinuosidades en el resultado de la orquesta (débiles la expuesta trompa solista y el ensamble de las maderas), se vio compensado por un enfoque que en todo momento privilegió calidez de texturas, cabal linealidad discursiva, notable administración del rubato y magnífica disposición de los idiomáticos planos sonoros brucknerianos. Más allá de un triunfo interpretativo, se trató de una experiencia vital y de imborrable recuerdo.

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