miércoles, 15 de noviembre de 2017
“EL TURCO EN ITALIA”: IMPORTANTE PRODUCCIÓN
• Entre los días 14 y 22 de agosto 2015, en el Teatro Municipal de Santiago, se presentó la ópera “El Turco en Italia”, de Gioacchino Rossini, en co-producción con el Teatro del Capitolio de Toulouse.
“El Turco en Italia”, cuarto título de la actual temporada de ópera del Teatro Municipal de Santiago, corresponde al decimotercer título de la vasta producción operística del genio de Pesaro, y que constituye, ora un interesante punto de inflexión en cuanto a declarada irreverencia argumental ora un progreso indiscutido de los recursos musicales que el compositor iría desarrollando.
Esta opera buffa, género del que Rossini es un magistral exponente, tuvo la feliz coincidencia de poder trabajar sobre la base de un argumento de Felice Romani, importante libretista de la época, para sacar adelante una obra que delinea notablemente situaciones de reales ocurrencias. A la vez, en óptica actual, este libreto adquiere plena actualidad al sincerar, sin tapujos, situaciones impensadas de ser transparentadas socialmente en su época, como la descarada infidelidad de Fiorilla a su esposo, don Geronio, con magistral sentido de progresión dramática.
En lo musical, existe una batería de efectivos recursos que recrean casi a la perfección los perfiles de los personajes y situaciones, como el uso de los exquisitos y característicos crescendos rossinianos (para resaltar momentos de mayor tensión e hilaridad), amén de un tratamiento muy particular del tejido orquestal, en cuanto disponer de un orgánico instrumental algo más numeroso en comparación a lo que se usaba en las óperas de la época, ofreciéndose una novedosa exploración de timbres y colores que colaboran al protagonismo de la orquesta como relevante elemento expresivo.
Esta co-producción de los coliseos de Santiago y Toulouse -con estreno en la capital chilena- constituyó en lo escénico un triunfo cabal, por cuanto se tuvo plena coherencia entre un hiperrealismo visual (notable la recreación de la calle napolitana donde se desarrolla la acción) respecto a la abstracción temporal (ambientación hacia los años 50 del siglo XX), todo perfectamente conjugado con el libreto, de clara atemporalidad.
Extremadamente interesante el sentido de la “composición escénica”, de calibrada gradualidad, ayudando a un completo y progresivo involucramiento en la acción (desde la obertura, donde empieza a armarse el cuadro visual, más diversos instantes en que van introduciéndose ordenada y limpiamente toda la diversidad de elementos). Quizás, a ratos, se despliegan ciertos abultamientos que distraen un poco la atención, ameritando profundizar viéndola por más de una ocasión (felizmente, se pudo estar en tres funciones), para captar toda la riqueza de detalles presentes.
Lo anterior sin duda es mérito del equipo liderado por el regista español Emilio Sagi, de solventes credenciales por sus anteriores colaboraciones al Municipal, más Daniel Bianco como escenógrafo, Pepa Ojanguren como vestuarista y Eduardo Bravo como iluminador, firmando una producción de notables méritos globales.
En lo musical, importante mérito recayó en la batuta del español José Miguel Pérez-Sierra, quien debutó el año pasado en Los Puritanos (Bellini) con resultados desparejos. De completo idiomatismo, los tempi adoptados tuvieron absoluto arreglo a los requerimientos escénicos, como una completa visión del todo, más un puntilloso trabajo en las diferencias de planos, dinámicas y fraseos. Sin embargo, no siempre la orquesta rindió homogéneamente, en especial a lo largo de la obertura (pasajes sucios del corno solista, crudo sonido de los cellos y problemas de ajuste generalizado) y buena parte del primer acto (desafinaciones en las cuerdas y desajustes en las maderas), fundamentalmente ante las no menores dificultades y sobreexposición de todas las familias instrumentales.
Con un elenco encabezado por los mundialmente reconocidos Alessandro Corbelli (Don Geronio) y Pietro Spagnoli (Selim), seguidos por Keri Alkema (Fiorilla), Luciano Botelho (don Narciso), ZhengZhongZhou (Prosdocimo, el poeta), Daniela Ezquerra (Zaida) y Francisco Huerta (Albazar), se obtuvo un resultado no siempre parejo, al tener brillantes cometidos en todo orden de Corbelli (bien en lo vocal, amén de consumado actor) y Spagnoli (siendo barítono, pudo acomodarse sin problemas al rol de Selim, que es para bajo), aunque rendimientos dispares en el resto del primer elenco.
Keri Alkema, de irregulares resultados en la reciente Madama Butterfly, vuelve a pocas semanas al Municipal para un rol que no se aviene con sus características vocales, principalmente al no tener resuelto su origen de mezzo con su actual registro de soprano, constituyendo un híbrido que cuesta delinearlo dentro de un perfil específico, no obstante su belleza de timbre. Sus falencias discurren en destemples de espesor vocal (pesadez y ausencia de estilo) más problemas en el passaggio y coloraturas sin cristalinidad. Lamentablemente, confirmó las pocas expectativas que podían esperarse de ella para asumir un rol rossiniano, no entendiendo las razones de traer a una cantante inadecuada en este caso, lo que demanda revisar los criterios para contratar voces ad-hoc…
Del resto del elenco, correcto en lo vocal, aunque sin trascendencia actoral, de ZhengZhongZhou, como el poeta Prosdocimo. Luciano Botelho, como don Narciso, con graves problemas en la tesitura alta, estridente y de sucia coloratura. Daniela Ezquerra, como Zaida, de respetuoso cometido, aunque no necesariamente cómoda para el rol. Y Francisco Huerta, como Albazar, un interesante descubrimiento por su buen material canoro, el que debe seguir perfeccionándolo.
El segundo elenco, también musicalmente a cargo de Pérez-Sierra, fue casi ciento por ciento nacional, brindando nuevamente altísimas satisfacciones (pudo verse sus dos presentaciones). Lo más meritorio constituyó el alto grado de homogeneidad de resultado, propio de una compañía con años de trabajo conjunto. Interesante cómo en lo musical Pérez-Sierra pudo adecuar tempi y acentos, conforme las características de este segundo elenco, imprimiéndole en varios pasajes mayores agilidades, y consecuentemente un resultado más burbujeante.
Notable labor recayó en Patricia Cifuentes como Fiorilla, que contrastó en todo sentido con Keri Alkema, al poseer los atributos propios del rol (soprano coloratura), estilísticamente acorde y con técnica totalmente resuelta. Otros triunfadores de este elenco fueron Ricardo Seguel (Selim), quien cómodamente cantó como bajo; Sergio Gallardo (Don Geronio), de contundente material, pareja línea vocal y notable actuación; Patricio Sabaté (Prosdocimo), de sobresaliente cometido, y Yaritza Véliz (Zaida), absolutamente ajustada al rol y valor emergente de tener en cuenta.
Lamentablemente, se trató sólo de dos funciones… , demandándose al Teatro Municipal de Santiago un mayor impulso a la “ópera nacional”, ya sea asignando roles principales en los primeros elencos a connacionales que cada vez se destacan , y ofrecer más títulos anuales (pre y/o post temporada) con los mejores artistas locales.
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