Por Jaime Torres Gómez
Es costumbre que los conciertos de
La tradicional inauguración -con
La razón se debió a lo interesante del programa, la envergadura de la orquesta –la decana sinfónica del país y prácticamente la única gran sinfónica que sobrevive con músicos mayoritariamente nacionales (a dramática diferencia de su colega filarmónica santiaguina, que ha sido irresponsablemente aniquilada en su esencia, siendo hoy una orquesta falsamente internacional y de “dudosa formación”), con tradición de sonido y con una planta estable que logra satisfacer todos los requerimientos de repertorio- y la presencia de uno de los directores más importantes que ha producido Chile: Francisco Rettig.
La temporada de
Este concierto de apertura de temporada constituyó el retorno de Francisco Rettig después de muchos años de ausencia, dirigiendo a la misma orquesta de la cual fuera titular entre 1986 y 1990, y con la misma obra que exactamente había dirigido en esta misma sala hace 20 años:
Cabe mencionar que Rettig ha desarrollado una interesante carrera internacional, constituyendo uno de los valores sudamericanos más relevantes del panorama directoril actual. Y su especial afinidad con el repertorio mahleriano, lo ha posicionado como uno de sus mejores especialistas mundiales.
La versión de Rettig conjugó una galería de diferencias de planos, admirable enjundia en la proyección sonora de las cuerdas (hay que destacar el hecho que
La arquitectura global delineada por Rettig es irreprochable, llamando mucho la atención su escrupuloso análisis del Scherzo, imprimiéndole una cautivante rítmica, notables matizaciones, una producción sonora bien esmaltada y envolvente, y un coherente enfoque de tempi y de las transiciones temáticas.
En suma, una inauguración de
No hay comentarios:
Publicar un comentario