domingo, 2 de septiembre de 2007

HACIA LA SINFÓNICA EN VIÑA


Por Jaime Torres Gómez

La Alcaldesa de Viña del Mar, en su columna del día lunes 5 de febrero en El Mercurio de Valparaíso, ha manifestado su claro interés en potenciar a su comuna como un referente cultural.

Allí destaca de manera importante la actividad musical culta, explicitando su apoyo a las distintas temporadas musicales viñamarinas, especialmente los recientes y exitosos Conciertos de Verano en la Quinta Vergara y la temporada en los barrios marginales de la ciudad.

Tiene razón en destacar tales temporadas, puesto que obedecen a un orgánico programático con objetivos de difusión bien definidos.

Sin embargo, no debe entenderse que hoy exista una actividad que antaño era menos relevante. En efecto, se recuerda la labor realizada por el maestro Izidor Händler por varias décadas, a raíz de cumplirse este año los veinte años de su fallecimiento.

Händler tuvo la visión de organizar la actividad musical viñamarina de manera sistemática y con una convocatoria internacional. Uno de sus frutos más destacables fue la creación de la entonces Sinfónica de Viña del Mar, orquesta que tuvo una planta considerable y con un nivel de actividad con bastante más frecuencia que la alicaída Filarmónica Regional actual.

En la época de esplendor se hicieron ciclos con las sinfonías de Beethoven y Brahms más la difusión del repertorio estándar. También hubo presencia de directores internacionales y nacionales destacados, así como solistas de la talla de Rostropovitch, Rugiero Ricci, etc.

Es cierto que eran otros tiempos y las prioridades eran distintas, así como las fuentes de financiamiento también lo eran.

Hoy en día la Filarmónica Regional sobrevive principalmente por la buena voluntad del promedio de tres conciertos que le contrata la Corporación Cultural de Viña, siendo, en la práctica, una orquesta casi exclusiva de dicha ciudad.

Lo anterior permite concluir la conveniencia de disponer definitivamente de una orquesta estable local, profesional, de calidad, y que efectivamente sea el organismo musical oficial de la Ciudad Jardín y eje de su actividad musical, como era en los tiempos del maestro Händler.

Disponer de una planta estable de a lo menos 55 músicos promedio no es un gasto menor. Pero hay diversas formas modernas de flexibilidad laboral que cierran la ecuación de beneficios y costos.

Por ejemplo, si se dispone de recursos para una cantidad específica de conciertos, se incurriría en gastos variables y manejables en vez de un amarre de financiar una planta los 360 días del año y con una dedicación no siempre justificada. Lo importante es pensar en una cantidad de a lo menos seis conciertos importantes y con un requerimiento importante de músicos que permita un training de afiatamiento sostenido en el tiempo. Además, también propender a actividades de cámara anexa por parte de las diversas secciones de la orquesta.

Lo anterior debiera suponer la presencia de un pool de directores (por ejemplo, 60% a cargo del director titular y el resto con invitados de nivel) y solistas que sean convocantes, con el objeto de fidelizar al público en base a la calidad y continuidad programática.

Es tiempo que se replantee la excesiva cantidad de orquestas santiaguinas en las temporadas viñamarinas, potenciando mejor lo local sobre la base de un trabajo sistemático y de alto nivel de exigencia.

Además, no es soslayable la existencia de una sala con privilegiadas condiciones acústicas como el Teatro Municipal de Viña del Mar, que cualquier orquesta quisiera contar con dicha sala como sede permanente.

Viña del Mar merece reeditar a su ex Sinfónica, aprovechando la estructura de la agrupación hoy existente, siendo la actual Filarmónica Regional el organismo natural con permanencia estable en dicha ciudad la que debiera proyectar su actividad a toda la Región.

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