El nivel de la educación musical en Chile es variable a pesar de la escasez de orquestas existentes, y los resultados a lo largo del tiempo confirman que este país ha sido capaz de producir una cantidad interesante de buenos músicos
Jaime Torres Gómez
LA TRADICIÓN MUSICAL CULTA en Chile no es menor, aunque tampoco tiene la envergadura de la encontrada en países como Argentina, que sin duda es un referente continental en ese ámbito.
Lo anterior se ve refrendado por varias instituciones e hitos validadores, como la fundación de la primera orquesta estable, la Sinfónica de Chile, que desde sus inicios contó con la importante colaboración de grandes maestros mundiales. Luego, la Filarmónica de Chile, hoy Filarmónica de Santiago, hace 52 años. Y en regiones, la Sinfónica de Concepción, siendo también clave en la formación de músicos nacionales.
EMIGRACION DE TALENTOS
El nivel de la educación musical en Chile es variable, aunque en lo concreto, a pesar de la escasez de orquestas existentes, los resultados a lo largo del tiempo confirman que este país ha sido capaz de producir una cantidad interesante de buenos músicos, muchos de los cuales han debido emigrar del país ante las pocas oportunidades laborales.
Una clara muestra de lo anterior es la creciente calidad de las orquestas juveniles, respondiendo muy atentamente a importantes requerimientos. Sin embargo, como contrapartida, existen pésimos referentes para entrar a las ligas mayores, al no haber un mínimo de orquestas profesionales, como a las pésimas señales dadas por instituciones como la Corporación Cultural de Santiago y la displicencia de otros organismos públicos (especialmente aquél que se supone rector nacional en materia de cultura) que claramente han procedido con prejuzgamiento hacia los músicos nacionales.
DECLARACIONES ENGAÑOSAS
Las últimas declaraciones del Director General del Teatro Municipal de Santiago, responsable principal y moral del cuestionable proceso de transformación de la Filarmónica Santiaguina, no cabe sino deplorar lo sostenido referente a que en Chile no habría una suficiente cantidad de buenos músicos para integrar dicha orquesta, no dudando en favorecer la contratación de una desproporcionada cantidad de músicos extranjeros para integrarla.
Conforme a la experiencia de haber escuchado a varias orquestas continentales, la dotación de la Filarmónica de Santiago hasta octubre del año pasado, de prácticamente un 95% de músicos nacionales, estaba dentro de las tres mejores agrupaciones sudamericanas. Sin embargo, ante la irresponsable decisión de despedir a la mayor parte de los músicos, producto de una arbitraria imposición de un nuevo reglamento de trabajo, dio como resultado que se contrataran a 30 jóvenes músicos europeos, de calidad standard, cuyos resultados hasta la fecha han sido muy variables y lejos del nivel promedio acostumbrado con aquellos mayoritariamente chilenos brutalmente despedidos (muchos todavía cesantes).
FUNCIONALIDAD ENCIMA DE LO ARTÍSTICO
Por lo tanto, pensar que dicha orquesta es un proyecto genuinamente nacional, es irrisorio, y menos todavía si se trata de un proyecto artístico pleno, pasando a ser un ente economicistamente funcional. En realidad, es una burla y una bofetada a los talentos que sí están en Chile, haciéndose creer que todo lo que viene de afuera es la panacea de ciertas limitaciones.
Tampoco debe entenderse que el 100% de los músicos sean chilenos, pues siempre han venido extranjeros a integrar las agrupaciones nacionales, pero de una manera estratégicamente lógica, en una proporción razonable y con criterios de irrefutable excelencia. Es lo que ocurrió en la emblemática reforma de 1981 con el maestro Juan Pablo Izquierdo, quien trajo a experimentados músicos como jefes de fila y con el cometido de venir a hacer escuela (hay muchos casos de jóvenes talentos que se les dio la oportunidad de estar como aprendices y que hoy en día son prestigiosos profesionales a nivel internacional, en el entendido que el Proyecto Orquesta Filarmónica fue concebido básicamente para mejorar la calidad de los músicos nacionales de la época y de disponer de una gran orquesta (cualitativa y cuantitativamente) que abarcara obras de repertorio altamente exigente). En consecuencia, jamás se concibió disponer de “mano de obra barata” con la falacia de una mal entendida excelencia, como la que hoy se pretende comprar.
Una forma concreta de manifestar rechazo frente a los errados criterios del Director General del Municipal de Santiago, es bloquear ciertos espacios a la orquesta titular de dicho teatro, especialmente los reservados a las auténticas “orquestas nacionales”, como ocurre con los Conciertos de la Quinta Vergara. En su reemplazo, es más honesto disminuir las presentaciones, o bien duplicar la presencia de alguna de las demás orquestas invitadas, o en definitiva, darle un espacio a la Filarmónica Regional, que también es Nacional.
En suma, la respuesta a la interrogante de la existencia de buenos músicos en Chile, se encuentra en los resultados de aquellas orquestas que responden a proyectos artísticos sólidos, con un horizonte de desarrollo a largo plazo y apartados de una mal entendida funcionalidad, que a la postre termina prostituyendo al arte.
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