martes, 11 de diciembre de 2012

UNA CONMEMORACIÓN SÓLIDAMENTE ENGALANADA


En el contexto de la celebración por los 80 años de la Universidad Federico Santa María, el día 1 de diciembre se presentó la Orquesta Sinfónica de Chile dirigida por el austríaco Peter Güth, con un programa enteramente dedicado a la Dinastía Strauss.
Acorde a la ocasión, se apreció un programa genuinamente festivo, en este caso con una batería de valses, polkas y oberturas de operetas straussianas, en un marco primaveral y en una magnífica sala como el Aula Magna de la USM, cuyas bondades acústicas y agradable emplazamiento frente al mar, siempre constituye un plus de goce estético.
Pero el marco indicado no podría tener mayor plenitud si los resultados de la presentación no hubieren ostentado una calidad como la apreciada en este concierto. De hecho, la figura de Peter Güth, en su segunda visita a Chile, confirmó su sólida autoridad musical, servida de un acabado conocimiento del repertorio de esta dinastía musical vienesa, por medio de una refinada sensibilidad y buen gusto, amén de un trabajo de “calidad total” junto a los sinfónicos. De hecho, comparando esta presentación con la ofrecida hace dos años en Santiago, se pudo apreciar un mejor resultado, básicamente por su mayor conocimiento de la orquesta y, seguramente, por la “buena química” con los músicos nacionales.
Es sabido que muchos grandes directores ponderan muy bien la conveniencia de abordar este repertorio -ora popular y universal ora muy específico- en aras de lograr un resultado que denote la “gracia y amabilidad idiomática” requerida.
En el caso de Peter Güth -músico de sólida formación, tanto como autorizado violinista y excelente director- firmó interpretaciones absolutamente deseables para un repertorio de genuino entretenimiento, recurriendo incluso a increíbles elementos extramusicales como para “involucrar a la audiencia”. De hecho, su natural comunicación con el público se tradujo en una inmediata “conexión”, reflejando certera efectividad en transmitir las bondades artísticas de la tradición musical de los Strauss.
De los resultados propiamente musicales, ya en la primera obra (Obertura de El Murciélago) Güth logró una cautivante y envolvente atención, haciendo brillar a la Sinfónica en todas sus secciones, por medio de exquisitos fraseos, equilibrados y contextualizados tempi, diáfanas transparencias y balances de las familias instrumentales, excelente ajuste grupal, hermoso sonido, notables desarrollos y progresiones, y auscultando un “peso musical” que hizo gala de la mejor tradición sonora de la Sinfónica de Chile. Posteriormente, con una serie de polkas, valses, marchas y galopas de Johann (padre e hijo), Eduard y Josef Strauss, confirmaron lo ya preludiado en la primera obra.
Inobjetablemente,  esta presentación de la Sinfónica ha sido de lo más autorizado visto en años, tanto por la solvencia de un director de los quilates de Peter Güth, y de la tradición musical de una orquesta que confirmó su flexibilidad repertorística y en total colaboración a los autorizados requerimientos de un maestro con mayúsculas.

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