martes, 8 de abril de 2014
GRAN JORNADA DE ESTRENOS
Después de una notable jornada inaugural de la temporada internacional de la Orquesta Sinfónica de Chile, ahora correspondió el turno al segundo concierto, a cargo nuevamente de su actual titular, el sólido maestro ucraniano Leonid Grin.
Conforme al criterio de programación con muchos estrenos y reestrenos, este segundo programa contempló un ciento por ciento de obras no representadas en Chile, o bien después de varias décadas sin hacerse.
Del polaco Andrej Panufnik (1914-1991) se ofreció el estreno de su Sinfonía Nº 3 “Sinfonía Sacra”, obra, en palabras del mismo compositor, que “fue compuesta en homenaje al milenio del Cristianismo y al Estado de Polonia, y como expresión de mis sentimientos religiosos y patrióticos…”. Por cierto, la efectividad en plasmar tales inspiraciones, se traducen en eficaces desarrollos temáticos y con una excelente batería de recursos compositivos que hacen de la obra una grata experiencia auditiva. Impresionante la exposición de la fanfarria inicial (Maestoso) de las 4 trompetas (cada par ubicadas flanqueando cada extremo de la orquesta), recordando algo a la genial “Sinfonietta” de Janacek (obra que mucho se agradecería vuelva a darse en Chile, por más de una década ausente…).
Adicionalmente, atractiva la forma en que transitan las distintas “Visiones”, más el desarrollo del material generador, el himno gregoriano polaco Bogurodzica. Grin y sus músicos brindaron una excelsa interpretación de esta Sinfonía Sacra, con certero idiomatismo más una respuesta de los sinfónicos de primer rango.
Gran desempeño de las 4 trompetas y toda la cuerda (en especial los violines, a cargo de secciones de gran protagonismo) más la numerosa percusión utilizada.
Seguidamente vino el notable Scherzo Capriccioso Op. 66 de Antonin Dvorak (1941-1904), pieza injustamente postergada. Al menos, no hay información que se hubiere estrenado alguna vez en Chile. De gran belleza, como sus innegables bondades expositivas más una magnífica orquestación -elementos recurrentes del compositor bohemio-, amerita ser parte del repertorio habitual de toda orquesta.
La versión de Grin evidenció autoridad y oficio, con empáticos desarrollos de cada sección, describiendo certeramente el carácter de cada motivo. No obstante ciertos desajustes (primera función) en varias secciones de la orquesta, de ninguna manera empañó una entusiasta respuesta a los requerimientos de la batuta, destacándose los excelentes solos del clarinete bajo y corno inglés.
Finalmente, se presenció la Sinfonía Nº 5 de Alexander Glazunov (1865-1936), de la que tampoco existe información de su estreno local. De gran belleza, notable equilibrio compositivo global y una genialidad de orquestación, estimulan una amable y continua audición. De sus cuatro movimientos, se percibe perfecta simetría, en cuanto en sus extremos se presenta un material típicamente de una sinfonía convencional, mientras en los centrales con directas alusiones a música de ballet, por cierto de cautivante logro.
Nuevamente pudo verse a un Leonid Grin a sus anchas, con música que le es afín, por su procedencia y formación. Increíble la respuesta que logró de la Sinfónica, con un sonido dúctil y del mayor refinamiento. Logros irrefutables en todas las secciones, brindándose con toda fluidez excelentes texturas y colores (gran logro de las maderas al inicio del tercer movimiento), más unos tuttis de magníficas transparencias y ajustes.
En suma, una magnífica jornada de estrenos (y/o reestrenos), en manos de una orquesta que cuenta con un director de innegable autoridad como es Leonid Grin, a quien se avizora dará mucho que hablar de su trabajo en Chile.
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