martes, 8 de abril de 2014
ROMÁNTICOS EN DIVERSAS CLAVES
El cuarto concierto de abono de la temporada de la Filarmónica de Santiago, finalmente recayó en el titular de la agrupación, el joven maestro ruso Konstantin Chudovsky.
Al respecto, no es frecuente que el titular de una orquesta se haga cargo de los conciertos de temporada más bien tardíamente, estilándose sea éste quien los inaugure.
El programa consultó obras esencialmente de estética romántica, y con una interesante mixtura contrastante. De esta forma, y con un celebrado criterio de incluir obras de compositores chilenos, comenzó con el entrañable Andante para Cuerdas de Alfonso Leng (1884-1974), pieza fundamental de la literatura musical local. Con directa suscripción a un post romanticismo germano, esta obra casi es posible asociarla a una estética mahleriana, fundamentalmente plasmada en el célebre Adagietto de la Quinta Sinfonía
del compositor austríaco. Chudovsky brindó una versión de certera expresividad y con generoso realce de los elementos melódicos, aunque sin caer en melosidades. Estupenda respuesta de las cuerdas filarmónicas.
Continuando con el ciclo de las nueve sinfonías de Beethoven, seguidamente se ofreció la Sexta “Pastoral”. Con esta obra se pudo ver la primera contribución de Chudovsky a este ciclo. En general, pudo apreciarse un más que adecuado ajuste al carácter amable de este verdadero paréntesis beethoveniano respecto a sus demás sinfonías (y por cierto,
en plenas claves románticas). Más bien con una opción de cierto “naturalismo objetivo” por sobre lo “interiormente lírico”, Chudovsky hilvana coherentemente la mayor parte del discurso beethoveniano aquí inserto, no obstante a ratos con ciertos desarrollos no eficazmente matizados y contrastados, como su enfoque más bien monocorde de la tormenta, donde no pudo apreciarse el radical giro de dinámicas, propio del requerimiento inherente. La respuesta de la Filarmónica estuvo atenta, con buenos logros individuales y de conjunto.
Con certero criterio programático, la segunda parte consultó obras de carácter muy distinto, aunque sí inscritas en un post romanticismo, esta vez ruso. Con el aparente estreno de la Cantata “Primavera” de Sergej Rachmaninoff (no se dispone información de haberse hecho en Chile), se dio perfecta coherencia temática post Pastoral Beethoveniana. Como excelente solista se contó con el barítono ruso Rodion Pogossov, de triunfal cometido el año pasado en el rol de Fígaro (Barbero de Sevilla), en el Municipal.
No obstante poseer un hermoso timbre, quizás para esta obra no cuenta con el espesor sonoro como para enfrentar una gran masa orquestal y coral, amén del carácter propio del texto –de desgarrador contenido- que requiere de mayores obscuridades vocales. Sin embargo, se apreció un musical desempeño, asimismo las respuestas del coro y orquesta, totalmente atentas al expresivo requerimiento del director.
Y del mismo Rachmaninoff, se reeditó su notable Sinfonía Coral “Las Campanas”, con texto basado en una libre traducción de la obra homónima de Edgar Allan Poe, y de la que aún se guarda gran recuerdo de la anterior versión en el Municipal, dirigida por Michelangelo Veltri. Con un enfoque radicalmente distinto al de Veltri, en esta oportunidad Chudovsky enfatizó más el carácter grueso de la obra por sobre aspectos más colorísticos en lo instrumental. A ratos, empero, se percibió excesivo volumen del fuerte contingente coral y no hubo mayores tratamientos en sutilezas tímbricas, seguramente en consonancia a una opción con mayor privilegio a un fuerte (demasiado) arrebato expresivo, sin duda producto de la misma potencia del texto. Gran resultado de los solistas José Azócar, Paulina González y nuevamente Rodion Pogossov, como un deslumbrante desempeño del Coro del Teatro Municipal.
En suma, un cuarto programa filarmónico inteligentemente programado, de resultados un tanto dispares, aunque de completo profesionalismo y sincera entrega.
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