miércoles, 5 de agosto de 2015
TRIUNFAL PRESENTACIÓN
El destacado director israelí Yoav Talmi junto a la Sinfónica de Chile, culminó su visita con un programa que incluyó la Obertura “El Rey Lear”, de Berlioz, el estreno mundial del Concierto para Guitarra y Orquesta del chileno Mauricio Arenas, y la Sinfonía en re menor de Cesar Franck.
Invitado para dirigir los programas 12 y 13 de la temporada de la Orquesta Sinfónica de Chile, Yoav Talmi comenzó su segundo programa con la Obertura “El Rey Lear” de Berlioz.
Esta obra, de la que no hay información que se haya hecho antes en Chile, constituye la fiel expresión de un romanticismo de alto vuelo, especialmente por la forma cómo Berlioz recrea los diversos cuadros insertos en la obra homónima shakesperiana, a través de una fundida superposición temática. Yoav Talmi, quien ha grabado muchas de las obras sinfónicas berliozianas, dio cuenta del altísimo conocimiento que tiene de la obra, brindando una versión de superlativa contundencia musical, obteniendo una respuesta magistral de los sinfónicos en todo orden, con compacto, esmaltado y transparente sonido, mediante importantes desempeños individuales y colectivos. Ante la efusiva respuesta del público, con toda justicia el maestro Talmi tuvo que salir tres veces al escenario en señal de agradecimiento (función del día 25 de julio).
De Mauricio Arenas, compositor y guitarrista chileno radicado por casi 40 décadas en Francia, se ofreció el estreno mundial de “Fuente del Alba”, Concierto para Guitarra y Orquesta. Dedicada al destacado guitarrista nacional Luis Orlandini, quien fungió de solista, esta obra exhibe interesante factura composicional, por cuanto refleja un acabado conocimiento de las potencialidades solísticas del mismo instrumento que Arenas ha sido formado, amén de un tratamiento interesante de los recursos tímbricos para el amplio contingente orquestal dispuesto (cuerda plena, vientos completos, arpa y nutrida percusión). De cierto eclecticismo, el discurso musical se concilia abiertamente con una fusión de estilos que resulta eficaz, aunque no del todo bella, en toda la obra. Momentos destacados se dan en el segundo movimiento, con un sólido diálogo entre la guitarra solista y el arpa, como una sólida construcción formal del último movimiento, que no cae en reiteraciones innecesarias, considerando el explícito propósito cíclico inserto. El resultado se apreció de completa amalgama entre solista y director.
Con una triunfal versión de la Sinfonía en re menor de C. Franck, se despidió Yoav Talmi de su debut en Chile. Sin duda, esta catedrálica obra representa la grandeza en la claridad de las formas -de cíclica construcción-, las que a su vez revisten de una acrisolada (y austera) exposición. La visión de Yoav Talmi hace gala de profunda asimilación conceptual y de sincera (y equilibrada) expresividad, mediante una galería de fraseos, dinámicas, balances y tempi que sirvieron a la perfección al romántico espíritu inserto. La respuesta de la Sinfónica simplemente fue magistral, destacándose la robustez de la cuerda (impactante lo logrado en el segundo movimiento), el corno inglés solista (Rodrigo Herrera) y la ductilidad de los bronces, dando cuenta de un momento único en la actual temporada de la decana sinfónica nacional. La ovación del público así lo hizo ver, y con entera razón.
Se hace necesario seguir contando con directores del nivel de Yoav Talmi en las orquestas nacionales, por su elocuencia de cátedra. Al menos, la decana sinfónica en ese camino se encuentra.
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