jueves, 30 de junio de 2016

TEATRO DEL LAGO: ¿HACIA SU ESTABILIZACIÓN?

El aporte efectivo del Teatro del Lago de Frutillar debe ser ponderado con una óptica más amplia a la que profusamente ha parecido en la prensa en estos días. Es menester recordar que este complejo artístico surgió en el seno de las Semanas Musicales de dicha localidad, de la que Flora Inostroza, presidenta por más de 30 años de su corporación organizativa, fue clave en impulsarlo, asimismo el decidido apoyo económico de la familia Schiess, que hoy lo gestiona. En la actualidad el Teatro del Lago y las Semanas Musicales responden a proyectos diametralmente distintos, y poco o nada se potencian, salvo el uso del teatro de esta última -por derecho propio- para el desarrollo de su tradicional actividad de verano. El resto de la actividad -resorte de la familia Schiess- responde a un proyecto enfocado principalmente al ámbito de eventos internacionales más un fomento a la difusión de las artes musicales doctas, especialmente en los niños. Lo anterior es objeto de discusión sobre el real aporte de Frutillar al ámbito cultural del país. De hecho, una localidad de apenas 17.000 habitantes emplazada en el sur de Chile, no constituye en sí misma un polo gravitante, salvo su integración con las ciudades vecinas, de las que se espera debieran aportarle una masa de consumo permanente de los productos aportados principalmente por el proyecto Teatro del Lago (exceptuando las Semanas Musicales, al responder a un encuentro puntual de dos semanas al año, y con amplia validación). Sin embargo, no se visualiza que tal demanda sea importante, debido al distanciamiento entre el mismo Teatro del Lago con la Corporación Semanas Musicales, traducida en una insana dispersión de esfuerzos, pudiendo mutuamente potenciarse y traducirse en un incremento de la calidad artística global de ambas instituciones. Lamentablemente, desde un comienzo hubo públicas polémicas que han derivado en una discutible validación de la sociedad local al proyecto Teatro del Lago (entiéndase Frutillar y urbes desde Valdivia a Puerto Montt). Los sistemas organizacionales para sobrevivir deben contrarrestar la entropía natural que los afecta, y así tornarse factibles y estables en el tiempo. En tal contexto, el Teatro del Lago requiere cuanto antes de una reingeniería que provea de adecuada “sinergia” con sus áreas geográficas cercanas, antes que se convierta en un elefante blanco… Así, es prioritario lograr una continua fidelización del público local por sobre onerosas apuestas a eventos puntuales orientados a un público geográficamente muy apartado (principalmente del centro del país), siendo, en consecuencia, inconveniente acotar las actividades principales a un perfil de eventos de figuras internacionales en cantidad y calidad relativa, considerando la importante magnitud del teatro (más de 1.100 asientos). Durante los 6 años de puesta en marcha han llegado agrupaciones artísticas de relevancia internacional, pero sin mayor continuidad, coligiéndose una evidente sub utilización del recinto respecto a la fuerte inversión desplegada. Además, es preocupante la poca vinculación con la comunidad artística regional y nacional, en términos de no observarse una generación de actividades permanentes que contemple la presencia de ensembles locales. De hecho, no hay un cuerpo orquestal profesional en la región y con sede natural en el Teatro del Lago, que en sí sería el principal motor de producción en dicho coliseo. Ni tampoco se ha sabido de una asidua presencia de las excelentes orquestas profesionales del sur como Concepción, Talca y Valdivia, ni tampoco de la Orquesta de Cámara de Chile. Todo esto permite concluir que Frutillar en su conjunto no ha alcanzado generar una actividad permanente en cuanto a oferta musical, reduciéndose a una plaza de eventos relativamente espaciados dentro del año, surgiendo la interrogante del porqué se concibió un teatro que ha resultado ser desproporcionadamente grande para una demanda restringida y puntual, considerando sus fuertes costos de manutención, propios de una sala de altos estándares técnicos. Respecto a la dimensión educacional del Teatro del Lago, es un elemento discutible, dado que no hay conservatorios formales que apunten a la interpretación superior de las artes musicales, sólo encuentros puntuales de fomento de las mismas. En suma, para lograr una debida sustentabilidad del Teatro del Lago, más que concentrarse en la captación inmediata de recursos financieros, es propender a reenfocar la asociatividad con el entorno geográfico más cercano, generando círculos virtuosos de sinergia traducida en una demanda de mayor validación local.

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