martes, 20 de marzo de 2018

DISPAR COMIENZO FILARMÓNICO…

Con un atractivo programa de inauguración de temporada, la Filarmónica de Santiago, dirigida por su titular Konstantin Chudovsky junto al destacado pianista nacional Alfredo Perl, ofrecieron en el Municipal de Santiago un binomio programático Rachmaninoff - Ravel. Abundar en referencias al nivel de la Filarmónica respecto a épocas de oro, a estas alturas es casi extemporáneo, ya siendo latamente abordado por el suscrito… Lo concreto que el nivel exhibido en este programa denotó profesionalismo, con fortalezas principalmente en toda la cuerda, bronces, buena parte de las maderas y percusión, ostentando mayor disciplina y balance. La dirección de Chudovsky demostró, principalmente en las obras ravelianas, una interesante afinidad, obteniendo de su orquesta una serie de detalles que brindaron coherencia e idiomatismo global, no obstante algunas sinuosidades. Asimismo, su acompañamiento en Rachmaninoff acusó a ratos poca comprensión a la versión del solista, deviniendo en un irreconciliable divorcio artístico… En este marco, al comienzo con una bien dispuesta Pavana para una Infanta Difunta de Ravel, obra que poco se ve en las programaciones locales, Chudovsky optó por tempi reposados, logrando enmarcar debidamente el carácter emotivo y romántico de la pieza (de claras referencias a Fauré, incluso Chabrier). Si bien hubo una generosa exposición de la vena melódica, logradas fluctuaciones, debida pastosidad de las cuerdas y puntuales matices (muy bien las flautas), quizás faltó mayor trabajo en contrastes y dinámicas globales. Ejemplar respuesta de los filarmónicos. Como obra central, y después de muchos años no ofrecido por la Filarmónica, se presenció una esperada versión del Concierto para Piano N° 2 de Rachmaninoff con Alfredo Perl de solista, luego de un buen tiempo sin presentarse con esta orquesta. Perl, de gravitante solvencia artística, ha estado principalmente mejor asociado al repertorio clásico, romántico germano (hasta Liszt) y contemporáneo. De hecho, no se le conocían sus contribuciones en los rusos, y en particular Rachmaninoff, generando una natural expectativa. Lamentablemente el resultado distó de lo deseado (en la primera función)… , percibiéndose una versión sinuosa, con una debilidad de enfoque carente de un homogéneo arco discursivo global… Si bien hubo un recio carácter en los acordes iniciales -presagiando un potente desarrollo-, a poco andar éste se vio fagocitado con frases descontextualizadas que confundieron arrebato con ansiedad, junto a asperezas en fortissimos y raros pianissimos que restaron calidad sonora de conjunto, digitación dispareja, enredos en arpegios estratégicos en detrimento de la transparencia, asimismo descuadres puntuales con la orquesta… Por otra parte, el acompañamiento de Chudovsky en momentos no ayudó a proveer un marco de verdadero complemento, con un empuje que desoyó en más de una ocasión las reales intenciones del consagrado pianista…, dándose un inevitable autismo musical… y perdiendo calibrada organicidad. Además, elocuentes problemas de balance e imprecisiones de ensamble en las maderas, principalmente en el primer movimiento, redundando en un poco feliz resultado... Como contrapartida, Perl ofreció de encore una idiomática versión de una Sonata de Scarlatti, recuperando su nivel acostumbrado. Finalmente, retornando a Ravel, se ofrecieron las magníficas Suites N° 1 y 2 del ballet Daphnis et Chloé. De esta obra, el mismo Ravel extrajo dos suites, que optativamente pueden hacerse con coro -de susurrante intervención- que puede reemplazarse por un órgano o simplemente por la misma orquesta. Si bien la segunda suite se ha programado con cierta frecuencia, la primera no ha tenido la misma suerte, recordándose vivamente la exitosa dirección de Francisco Rettig abriendo la temporada de la Sinfónica en 1987, con coro, lo que en esta oportunidad no se dio… , siendo una buena oportunidad de enriquecimiento musical, máxime al contarse con un coro de primera línea como el del Municipal… La versión firmada por Chudovsky tuvo méritos de un irrestricto respeto formal, imprimiendo idiomatismo global, y resaltando interesantes detalles tímbricos y colorísticos, no obstante algunos pasajes menos logrados como unos estentóreos tuttis en la Danza Guerrera de la Primera Suite, que restaron transparencias, aunque, con creces, se compensaron con magníficas transiciones temáticas y progresiones expresivas (especialmente hacia el final de la Segunda Suite (Danza General), de arrebatador carácter). Grandes logros grupales e individuales, como una cuerda magníficamente comandada por el concertino de turno (muy bien lograda la sonoridad esfumada o suspendida de los violines, propia de la estética impresionista) y solos de flauta y clarinete, que dieron cuenta de una halagüeña salud filarmónica…

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